Cuando nos enamoramos comienza un proceso interno en
nuestro cuerpo, lo más parecido a una guerra química. Hormonas como la
dopamina y la serotonina se mezclan,
creando un huracán en nuestro organismo y sobretodo en nuestra mente,
convirtiendo lo racional en irracional, la prudencia en torpeza y la serenidad
en nerviosismo. Luego de esta tormenta perfecta, y al ser correspondidos en ese
amor, nuestra mente se enfoca y se apasiona, gracias a otra hormona, familia de
las anfetaminas, la cual tiene la capacidad de aumentar la energía física y la
lucidez mental. Por eso el amor es considerado una energía que mueve e
inspira al ser humano desde tiempos inmemorables, incluso, creo que desde que el
hombre existe.
El amor en
pocas palabras, es la fuerza vital y creadora del mundo. Si vemos alrededor,
todo y todos, somos consecuencia del amor en cualquiera de sus versiones.
El amor puede ser una energía creadora, incluso cuando no es correspondido,
siempre y cuando no le demos cabida a la tan destructiva frustración.
Hay personas que canalizan toda esa pasión, logran
reinventarse y renacer como el Fénix, e incluso dejar un legado para la
posteridad. Un ejemplo ampliamente conocido de esto es el Taj Mahal en la
India; hermoso mausoleo, construido por el Emperador Mogol Shah Jahan
para honrar la memoria de su amada tercera esposa Mumtaz Mahal por toda una
eternidad.
Te Construiré un Castillo...
Cuando la gente llega a la Florida se topa con muchas ofertas turísticas. En todos los hoteles, restaurantes y centros comerciales puede uno encontrarse con mostradores atestados de volantes informativos, tanto de parques, como atracciones y museos, así como paseos turísticos. Yo no fui la excepción, al llegar a Miami lo primero que hice fue hurgar en esos coloridos papeles, bien sea para programar una visita con mi familia, o bien para definir mi próximo objetivo fotográfico. Es así como me topé con un extraño parque, algo sombrío en comparación con la competencia, sin embargo el nombre me llamó la atención "The Coral Castle"(el castillo de coral).
Decidí investigar acerca de este curioso monumento y encontré una historia fascinante y llena de misterios. Su fundador y constructor fue Edward Leedskalnin, un inmigrante, nacido en Lituania en 1887, quien a la edad de 26 años profundamente enamorado, decidió pedirle matrimonio a su novia Agnes Scuffs, 10 años menor, en su país natal.
Agnes Scuffs
Al principio, ella aceptó, pero posteriormente
rompió el compromiso, dejando a Leedskalnin totalmente destrozado, lo que
lo forzó a emigrar a Los Estados Unidos de América, específicamente en
Chicago, donde el frio y luego de dar muchos tumbos, contrajo tuberculosis, por
lo que decidió instalarse en la remota población de Florida City, en el sur del
Estado de Florida, EEUU. Luego de comprar un lote de terreno, él decide
construir por cuenta propia, su hogar, con corales extraídos de la cantera del
mismo lote.
De manera artesanal fue construyendo su casa y luego
decidió construir también un monumento en honor a su amor no correspondido, su
" Dulce Dieciséis ", como solía llamar a su antigua prometida, con la
esperanza de tenerla en sus brazos algún día.
Poco a poco, en las noches y sin ayuda, Leedskalnin
fue movilizando grandes rocas de hasta 5 toneladas, tallándolas y colocándolas
en posiciones, que aún hoy en día se desconoce su simbología. Luego de unos
años, mudó su obra a una población cercana, Homestead, donde aún permanece,
igualmente, sin contar con ayuda alguna. Cabe destacar que esta edificación ha
soportado estoicamente varios huracanes, prácticamente sin sufrir daño alguno.
Incluyendo uno de los más devastadores de los últimos años: Huracán Andrew en
1992.
Edward Leedskalnin
Leedskalnin vivió en completa soledad en su castillo
de coral, sólo acompañándose eventualmente por los curiosos visitantes, a los
cuales les cobraba 10 centavos por la entrada y a los niños les ofrecía perros
calientes, cocidos con un aparato fabricado por él mismo.
Pasado los años, un buen día del año 1951, cerró la
puerta de su obra coralina, tomó un taxi y nunca más volvió, murió en un
hospital de Miami, pocas horas después, a los 64 años de edad.
Leedskalnin dejó documentado por medio de
fotografías y anotaciones, el proceso de construcción, quedando una sola
inquietud: ¿Cómo movilizó un hombre de apenas metro y medio de estatura,
aquellas rocas coralinas tan pesadas?. Cada vez que le preguntaban esto,
respondía que él conocía el método de construcción implementado por los
antiguos egipcios para la construcción de las pirámides,pero nunca lo reveló.
Incluso dejó los rudimentarios instrumentos utilizados, los cuales se pueden
apreciar hoy en día en el museo, a excepción de una extraña caja negra sobre un
trípode, la cual aparece en varias fotografías y de la que se desconoce tanto
su contenido como su paradero, pasando a formar parte de uno de los grandes
misterios de la humanidad.
Mi
experiencia en el Coral Castle
Mi visita al Coral Castle fue, un domingo con mi
familia. Cuatro años después de comenzar a escribir la primera parte de este
artículo. Aunque la misteriosa historia
de este museo siempre me ha cautivado y he sentido la necesidad de visitarlo,
en estos últimos años, el trabajo, las distancia y un sin número de cosas me
impidieron hacerlo.
Al llegar, sentí cierta decepción al ver el tamaño
de la edificación. Les confieso que imaginaba a
“Coral Castle” como un castillo mucho más grande y majestuoso, pero
durante el recorrido pude observar retratos de tamaño natural del señor Edward
Leedskalnin y pude entender el porqué de las dichas dimensiones.
Al entrar al castillo uno se siente visitando un
mundo en miniatura, el hogar de un hombre bajo de estatura, el cual vivió en
total soledad por muchos años. Habitando sólo con sus fantasmas y sus hadas,
con sus esperanzas y frustraciones.
Él creó un nido de amor para uno no correspondido,
hizo unas cunas para unos niños que nunca llegaron, también un comedor para la
familia que nunca pudo tener y hasta un reloj solar para medir el tiempo que
pasaría inclementemente. También construyó un observatorio con un telescopio tipo
“Polaris” tallado en piedra, esperando
respuesta de las estrellas, como “El Principito” de Saint-Exupéry.
Como “Robinson Crusoe”, Leedskalnin hizo de ese
lugar un hogar auto sustentable, gracias a su ingenio y talento, este hombre,
que tan sólo contaba con cuarto grado de
educación primaria de instrucción, fue capaz de construir esta edificación de
pesadísimos corales, sin ayuda alguna, utilizando técnicas milenarias egipcias,
las cuales se llevó a la tumba. También fue capaz de elaborar una serie de
fascinantes objetos, que le permitieron llevar a cabo cotidianas tareas de
alimentación descanso y aseo, sin mayores contratiempos. Igualmente pudo gozar
de ciertos de lujos y comodidades, los cuales, seguramente sólo habitaban en su
imaginación. Por ejemplo: una tina para bañarse a la luz de la luna, una cama
colgante en el tope de la torre más alta del castillo, para poder así
,disfrutar de la brisa. Igualmente contaba con
un refrigerador natural, el cual servía
para mantener los alimentos en buen estado, así como dispensador de agua
fresca y también para refrescarse en los
cálidos de verano (Fuente subterránea hecha con piedra coralina).
Telescopio Polaris
entrada a la fuente
Al transitar por cada espacio de este castillo y
sentir en mis manos lo áspero y filoso de las superficies coralinas que forman
parte del mismo, me resulta casi increíble, que un hombre tan frágil y pequeño
de estatura, nunca haya sufrido un accidente de consideración, tanto
construyendo esta edificación, así como al habitar en ella.
Todos estos fascinantes detalles de la vida de
Edward Leedskalnin y su castillo, me hicieron recordar al gran pintor
venezolano Armando Reverón y a su famosa cueva en Macuto, Venezuela, donde fue
a auto exiliarse junto a su amada Juanita, en busca de inspiración, de nuevos
colores y sensaciones de libertad. Buscando escapar de los avatares citadinos
(Caracas), despojándose de todas las comodidades de la modernidad y
refugiándose en su mundo de fantasía, magia, amor y arte.
Armando Reverón
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